domingo, 8 de marzo de 2009

LOS VIENTOS

A fines del invierno en Albuquerque los árboles se cubrieron de flores blancas y rosadas. Entre los cantos rodados de los jardines sin césped, asomaron las fresias y el aire se perfumó de pino. Desde hace dos o tres semanas, Sandia, la montaña que abraza la ciudad reflejaba una paz repetitiva. Los pájaros alargaron sus jornadas de canto y el cielo se limpio de nubes. La primavera llega en manos del viento, me dijo un habitante de la zona y en pocos días sus dichos se hicieron realidad. Calientes y fríos los vientos no han dejado de soplar cubriendo y descubriendo todo cuanto encuentran a su paso. No podremos volar, se lamentaban T y su esposo, nuestros amigos pilotos y amantes de los paseos aéreos.
Creo que en algunos momentos, sentimos la presencia de una paz que nos invita a las siestas largas. De pronto los vientos nos arrancan de la ilusión del verano adelantado empujándonos a una de las épocas más bellas de nuestra vida: la del renacimiento. La Naturaleza nos impide volar para que cuidemos a nuestro retoño primaveral y sus raíces crezcan hasta alcanzar el agua que necesitará en el verano. Pronto llegará el tiempo de volar.
Un abrazo,
Mabel

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